24 septiembre, 2021

La rabia un ejemplo de One Health: vacunar para eliminar

¡Cave Canem! ¡Cuidado con el perro!

 

Durante décadas, un curioso mosaico dio la bienvenida a los visitantes de la domus llamada «del Poeta Trágico» en Pompeya. La imagen de un gran perro de color negro, dispuesto a abalanzarse sobre el intruso que se atreviera a irrumpir en la casa, acompañaba al lema Cave Canem, ¡Cuidado con el perro! Hoy este mosaico podría ubicarse en la puerta de todas aquellas casas donde las familias convivan con perros, gatos o hurones sin vacunar frente a la infección por el virus de la rabia. Y le aseguro querido lector que no estoy exagerando lo más mínimo, y que no soy un científico trasnochado que les habla de una enfermedad caduca del siglo XIX. Sí, la rabia, esa enfermedad que en 2019 produjo la muerte de un hombre que permanecía ingresado en el Hospital Universitario de Cruces (Vizcaya) tras ser infectado de rabia al ser mordido por un gato durante su estancia en Marruecos.

 

Mosaico que se encontraba en la casa «del Poeta Trágico» en Pompeya.

Mosaico que se encontraba en la casa «del Poeta Trágico» en Pompeya.

 

Si bien es verdad que el caso confirmado ha sido el único registrado en el País Vasco en los últimos 30 años y la infección es el resultado de la mordedura que se produjo en otro país, rabia importada, la Dirección de Salud Pública del Gobierno Vasco se ha apresurado a subrayar que los animales domésticos del País Vasco están libres de rabia, ya que esta es una de las cuatro comunidades autónomas en las que la vacunación de la rabia no es obligatoria, junto con Galicia, Asturias y Cataluña. El fallecimiento de este paciente ha llevado al Consejo General de Colegios Veterinarios de España (CGCVE) a reclamar a las Administraciones Públicas que se unifiquen y homologuen los criterios a nivel estatal para que la vacunación antirrábica sea obligatoria en todo el territorio español, con un protocolo de vacunación uniforme en todo el país.

 

La rabia ha sido, a lo largo de la historia, un punto de referencia incuestionable. Se trate de Microbiología, de Inmunología, de Medicina o Veterinaria, su agente etiológico, la propia enfermedad o las medidas para su prevención y control en los animales han representado desde siempre un objetivo de la Ciencia. Seguramente, la tasa de mortalidad y lo terrible del cuadro clínico han mitificado esta enfermedad hasta convertirla en una mezcla de realidad y fantasía. Todo empezó…

 

«Un día de octubre de 1831, un niño de nueves años huía espantado de un grupo de gente que se agolpaba a la puerta de una fragua en una aldea de las montañas de Francia oriental, Dôle. Sobre las exclamaciones medrosas y excitadas de la muchedumbre que se agolpaba junto a aquella puerta, el niño había advertido el chisporroteo del hierro al rojo blanco actuando sobre la carne humana, y como a este terrorífico chirrido había seguido un gemido de dolor. La víctima era Nicole, un labrador recién mordido por un lobo rabioso que corrió aullando, con las fauces goteando venenosa espuma, a través de las calles de la aldea. El niño que huía era Louis Pasteur, hijo de un curtidor de Arbois y bisnieto de un siervo del conde de Udressier.

 

Pasaron los días y las semanas, y ocho víctimas de aquel lobo rabioso murieron con las gargantas secas por las agonías abrasadoras de la hidrofobia. Sus alaridos resonaron en los oídos de aquel tímido muchacho, que algunos calificaban de estúpido, y el hierro que sirvió para cauterizar las heridas del labrador dejó una impronta en su memoria.»

 

Paul de Kruif. Cazadores de Microbios (1926).

 

 

¿Qué es la rabia?

 

Pero vamos por partes, primero ¿qué es la rabia? La rabia es por definición, una encefalomielitis aguda (inflamación del encéfalo que se acompaña de la afección de la medula espinal), de amplia distribución mundial que afecta al hombre y a gran número de mamíferos domésticos y salvajes. Además, se considera una de las zoonosis (enfermedades transmitidas de los animales al hombre y viceversa) más importantes a tener en cuenta por las autoridades sanitarias por sus fatales consecuencias, ya que en ausencia de tratamiento conduce a la muerte.

 

La rabia es una enfermedad vírica que afecta al sistema nervioso y que es mortal en prácticamente el 100% de los casos cuando el enfermo ha empezado a desarrollar los síntomas, que son fiebre no muy alta, cambios en el estado de ánimo, náuseas y vómitos, fotofobia (intolerancia a la luz), babeo y convulsiones, entre otros. La forma más habitual de contraerla es la mordedura de un animal —perro, gato, murciélago…— infectado y el periodo de incubación va de unos pocos días hasta un año, aunque lo más habitual son unas tres semanas.

 

Solo una quincena de personas ha logrado sobrevivir a la rabia tras desarrollar síntomas mediante el llamado protocolo de Milwaukee, ideado en 2004 por un equipo de médicos liderados por el Dr. Rodney Willoughby, que consiste en inducir un coma en el enfermo y aplicarle todas las medidas de soporte vital en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) para que el organismo pueda hacer frente a la infección reduciendo al máximo el riesgo de daños en los órganos vitales. Para ello le es administrado un cóctel de medicamentos antivirales: ketamina, ribavirina y amantadina.

 

El paciente ingresado en Baracaldo presentaba signos de necrosis en el brazo, lo que revelaría «una grave infección y que la herida no fue bien limpiada en su día». «Todo esto muestra que el hombre no había recibido la adecuada asistencia médica desde que sufrió la mordedura». El periodo de incubación es muy variable y puede ir desde una semana a un año, con dos meses de media estimada.

 

Cuando el virus de la rabia entra en el organismo de una persona, empieza a extenderse por las células nerviosas hasta alcanzar el cerebro. La velocidad con que lo hace depende de muchos factores entre ellos el lugar de la mordedura, el tipo de herida y si esta ha sido limpiada o no. El virus, por ejemplo, avanza más rápido si en el lugar de la mordedura —manos, cuello, cara…— hay más terminaciones nerviosas o es más próximo al sistema nervioso central. Esta cuestión de la velocidad de propagación del virus rábico a través de los nervios fue resuelta por un veterinario español, el insigne investigador y catedrático Dalmacio García Izcara (1859-1927), llegando a la conclusión de que avanzaba a la velocidad de un milímetro por hora.

 

Pese a su terrible pronostico, la infección, sin embargo, es posible de frenar si el paciente recibe tras la exposición la dosis de inmunoglobulina (que frena el avance) y la vacuna, que preparará al sistema inmunitario para erradicar el virus antes de que este se asiente en el cerebro, donde se multiplica exponencialmente y acaba causando la muerte.

 

Las personas que han sido mordidas o arañadas por un presunto perro rabioso, gato, murciélago u otro mamífero, deben limpiar inmediatamente la herida a fondo con agua y jabón durante 15 minutos, por ejemplo, y buscar atención médica, ya que la profilaxis posterior a la exposición debe administrarse lo antes posible. El contagio entre personas es muy poco frecuente.

 

Actualmente está considerada como una enfermedad reemergente a nivel mundial debido a la aparición de nuevas variantes del virus que incrementan el número de reservorios, por un lado, y a la entrada y/o comercio en nuestro país de animales menores de 3 meses sin vacunar, procedentes de países UE y terceros con rabia endémica, práctica cada vez más habitual, a este hecho se une el intenso tráfico de personas y animales, que continuamente se mueven por nuestro país y por todo el territorio europeo.

 

En España, una de esas nuevas variantes (European Bat Lyssavirus I), se encuentra circulando en murciélagos insectívoros. Estas nuevas variantes pueden transmitirse y producir cuadros de rabia tanto en nuestros animales de compañía como en humanos dando lugar a cuadros indistinguibles clínicamente del producido por el virus rábico clásico. Esto hace que los esfuerzos para erradicar o eliminar la infección en animales domésticos se hayan complicado de forma importante y la vacunación de las mascotas cobra más importancia aún si cabe.

 

Afortunadamente existe tratamiento profiláctico pre-exposición con vacuna y post-exposición combinando la vacuna y la inmunización pasiva, la limpieza de la herida y la inmunización según las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) tan pronto como sea posible tras un contacto sospechoso con un animal permite prevenir la aparición de la rabia en prácticamente el 100% de las exposiciones.

 

Para que una población quede protegida frente a la rabia al menos al 70% de la población canina tiene que estar perfectamente vacunada, confiriendo así una inmunidad de «colectivo». Los países como España, que dejen de vacunar en alguna de sus áreas geográficas corren el riesgo de disminuir significativamente este porcentaje de protección colectiva. Llegar a un porcentaje de inmunización menor del 70% no solo es un riesgo para la comunidad autónoma que decide no vacunar, sino que esto influye en la inmunidad colectiva del resto del país. Por lo tanto, no solo se vacuna para protección de la comunidad en particular sino para la protección de todo el territorio nacional. Debemos hacer hincapié en que la vacunación de la rabia «debería ser obligatoria» en todo el territorio nacional, con un protocolo de vacunación uniforme en todo el país.

 

Este protocolo debe considerar las particularidades médicas del animal, así como la epidemiología del área o del país en cuestión. Numerosos trabajos científicos citan periodos de inmunidad frente a rabia que oscilan entre escasos meses a más de 5 años de persistencia de anticuerpos neutralizantes en alto título en muchos animales. La duración de la inmunidad en el animal va a depender de múltiples factores individuales, entre los que podemos resaltar: (i) edad, sexo y raza; (ii) enfermedades de base; (iii) administración de fármacos inmunosupresores; (iv) malnutrición; (v) estrés. Además, existen publicaciones en las que se demuestran que las razas pequeñas presentan unos niveles de seroconversión (tanto a nivel de título como de tiempo de duración de estos títulos) mayores y mejores que las razas grandes, produciéndose en estas últimas un mayor número de fallos en la inmunización. Estos estudios reportan fallos de seroconversión entre el 11% y el 23%. En España, algunos estudios realizados en algunas comunidades autónomas (no publicados a día de hoy) reflejan porcentajes de fallo aún mayores en la respuesta a la vacunación de rabia.

 

Aunque la mayoría de vacunas antirrábicas aseguran una inmunidad de 2 o 3 años, en general las vacunas de rabia no alcanzan el 100% de esa protección, por lo que parte de la población canina puede quedar parcialmente expuesta. Diversos estudios realizados en Reino Unido, Francia y España han demostrado la alta variabilidad de respuestas frente a la vacuna en los animales, por lo tanto, se aconseja la práctica sistemática de la revacunación anual ya que desde un punto de vista sanitario es la opción más indicada y recomendable.

 

La vacunación es un acto clínico donde el veterinario es quien debe decidir que protocolo es el mejor, dependiendo de las condiciones clínicas del animal y epidemiológicas de la zona. Esto quiere decir que la prescripción de una vacunación anual debe de prevalecer frente a la indicación de vacunación trianual o bianual indicada en el prospecto del producto. Dicha decisión recae directamente sobre el veterinario responsable de ese animal.

 

En caso de exposición humana a animales sospechosos debe intentarse identificar, capturar o sacrificar inmediatamente el animal implicado. El tratamiento post-exposición debe comenzar inmediatamente y sólo debe detenerse si el animal es un perro o un gato que siga estando sano al cabo de 10 días. Aunque la mayoría de los países europeos tienen prácticamente erradicada la rabia canina y vulpina (rabia del zorro), se siguen declarando algunos casos en animales y humanos.

 

Foto 2. Perros vacunados de rabia.  Fuente: MSD Animal Health

Perros vacunados de rabia.  Fuente: MSD Animal Health

 

En esta enfermedad infecciosa, a diferencia de otras, tenemos la gran suerte de poder predecir un nivel de protección asociado a un título de anticuerpos neutralizantes. Es por ello que una opción profiláctica racional pasaría por la instauración de un programa de primovacunacion frente a rabia que comenzara a las 12 semanas de vida, con revacunación anual (protocolo recomendado por la World Animal Veterinary Association (WSAVA), y las siguientes revacunaciones pautadas cada año, cada dos años o incluso cada tres, dependiendo del título que conserve el animal en cada una de las revisiones anuales efectuadas en la clínica para seguimiento del programa vacunal. Voces a favor de esta práctica están emergiendo desde el estamento científico, ya que diversos estudios, han demostrado la alta variabilidad de respuestas frente a la vacuna en los animales, lo que reclama la práctica racional del estudio serológico del animal previa a la revacunación anual. Realizar un programa de vacunación racional basado en estos supuestos, elevaría el coste de estos estudios, lo que en muchos casos y países sería un problema. Por todo ello, se aconseja la práctica sistemática de la revacunación anual ya que, aun siendo una práctica carente de fundamento científico en un alto porcentaje de los animales, es económicamente y desde un punto de vista sanitario la opción más indicada y recomendable.

 

En los últimos años, a la par que un resurgimiento de las vacunas inactivadas a partir de virus obtenido en cultivos celulares, estamos asistiendo a una auténtica revolución de principios, con la aplicación de las técnicas de ingeniería genética y de los anticuerpos monoclonales, a los procedimientos de control, luchando por conseguirse productos inmunizantes sobre la base de fracciones mínimas del virus, pero estimulantes de una sustancial capacidad protectora.

 

 

La rabia en la historia

 

Un poco de memoria histórica, en este sentido y con el ánimo de ampliar el conocimiento de la rabia en el lector, nos proponemos hacer un viaje a través del tiempo para ir recorriendo los hitos más importantes de la enfermedad. Y es que, pocas enfermedades como la rabia han suscitado a través de los tiempos tanto temor al ser humano con la sola mención de su nombre.

 

Los griegos denominaron a la enfermedad «lyssa» (locura) y los romanos «rabere» (rabiar), de donde deriva la terminología actual. Existen sobre ella referencias que se remontan a cientos de años antes de Cristo; así, en las Leyes de Eshnunna (1800 a. de C.), se hace referencia a la cuantía de la indemnización que el propietario de un animal rabioso había de pagar cuando, previa notificación por las autoridades, a consecuencia de su negligencia, el animal mordía a un hombre libre o a un esclavo, muriendo por ello.

 

En el Código de Hammurabi (1792 a 1850 a. de Cristo) que constituye, con sus 280 artículos, la más importante aportación cultural del derecho paleobabilónico, se describió también la rabia en el hombre:

 

«Si un perro está rabioso y las autoridades lo han puesto en conocimiento de su dueño y este no lo mantiene sujeto, muerde a un hombre y causa su muerte, entonces el dueño pagará dos terceras partes de una mina -40 siclos- de plata. Si muerde a un esclavo y causa su muerte, entones pagará 15 siclos de plata.»

 

Más allá de las consideraciones históricas que ya están fuera de contexto, hace tantísimos años eran conscientes del riesgo que suponía que un perro rabioso mordiera a una persona, y eran conocedores de que inevitablemente, dicho suceso acarrearía la muerte.

 

Otros datos sobre la enfermedad son, por ejemplo, la descripción hecha por Demócrito (500 a. de C.) de la rabia en el perro, o el establecimiento por Aristóteles (equivocadamente) 322 años a. de C., de que el hombre era el único ser que no contraía la rabia por mordedura de un animal enfermo. Galeno (200 años a. de C.) recomendó en su tiempo la extirpación quirúrgica de las heridas por mordedura de perro para evitar el desarrollo de la enfermedad y Cornelius Celsus en el primer siglo de nuestra era, recomendaba de igual modo la cauterización de las heridas y la inmersión del enfermo en una piscina, después de la mordedura por un perro rabioso.

 

En Europa occidental se tiene noticias de la presencia de la rabia en los zorros a partir de 1271, y en 1546 Girolamo Fracastoro, es autor de una teoría acerca del contagio de la rabia, además de describir la patología de la enfermedad en el hombre. Desde la Edad Media hasta el siglo XIX, existen pocos avances destacables en el conocimiento de la enfermedad; la naturaleza infecciosa de la rabia fue probada por Zinke en 1804 inoculando saliva de un perro rabioso en uno sano y provocando en éste la enfermedad.

 

Pero es en la segunda mitad del siglo XIX y la primera del siglo XX, se dan cita grandes descubrimientos en relación con la rabia, muchos de ellos ligados a compañeros veterinarios, como el francés Galtier (1846-1908) investigador pre-pasteuriano, demostró la presencia del virus rábico en la saliva del perro, realizando inoculaciones con ella al conejo provocándole la enfermedad, lo que le permitió comprobar el periodo de incubación, y como éste iba reduciéndose a través de sucesivas inoculaciones, lo que le situó en el camino de la vacunación. Esta práctica inmunológica la ensayó en los carneros con inyecciones intravenosas del material virulento, incluso cuando los animales habían sido mordidos. Con todas estas investigaciones Galtier allanó el camino de Pasteur.

 

Sobre los trabajos de Galtier, Louis Pasteur logró la fijación del período de incubación del virus rábico en conejo, y con ello la preparación de la primera vacuna con la que en 1885 salvó la vida, primero de niño alsaciano Joseph Meister y más tarde del pastor Jean Baptiste Jupille.

 

Si importantes fueron los trabajos de Galtier sobre la rabia, a nivel prepasteuriano, no lo fueron menos los post-pasteurianos llevados a cabo por otro veterinario, esta vez español, el insigne investigador y catedrático Dalmacio García Izcara (1859-1927). Trabajó con Ramón y Cajal en el Instituto Alfonso XIII, donde llevó a cabo muchos de sus trabajos de investigación. En 1904 y en colaboración con Cajal daría a conocer sus trabajos sobre las lesiones del virus rábico sobre el retículo de las células nerviosas

 

Una de las cuestiones más espectaculares en torno a la patogenia de la rabia resuelta por nuestro ilustre veterinario, fue la relativa a la velocidad de propagación del virus rábico a través de los nervios, llegando a la conclusión de que avanzaba a la velocidad de un milímetro por hora, lo que tiene gran trascendencia en medicina preventiva para valorar la eficacia de la vacunación antirrábica, puesto que la llegada del virus a los centros nerviosos superiores será más o menos rápida; en función de la parte del cuerpo donde se ha producido la mordedura.

 

 

La rabia en España

 

El último brote en España del ciclo urbano de la rabia se produjo en Málaga en 1975 y causó la muerte de dos personas. Fue, el ultimo latigazo de la enfermedad, tras las campañas masivas de vacunación a perros y gatos llevadas a cabo durante los años 60 y 70. España (territorio peninsular e islas) se encuentra libre de rabia en mamíferos terrestres desde el año 1978. Únicamente en las Ciudades Autónomas de Ceuta y Melilla dada su localización geográfica próxima a zonas endémicas, se diagnostican esporádicamente casos importados de rabia en perros. A este hecho se une el intenso tráfico de personas y animales, que continuamente se mueven por nuestro país y por todo el territorio europeo.

 

En 2013, se detecta el primer caso de rabia desde entonces en la provincia de Toledo, fue el caso de una perra de 4 años que convivía con otros perros y su dueña en una furgoneta, que fue vacunada de rabia por primera vez en 01/12/2012, once días más tarde se trasladaron a Marruecos. En 12/04/2013 entró en la península a través de Ceuta, escapándose meses después en la provincia de Toledo (31/05/2013), donde mordió a cuatro menores y un adulto, dando posteriormente positivo en el diagnóstico de rabia, lo cual hizo que se activara el Plan de Contingencia contra la Rabia. Semanas más tarde el caso llego al País Vasco, donde no es obligatoria la vacunación antirrábica, donde tres perros tuvieron que ser eutanasiados al hacerse firme la sospecha de que habían estado en contacto con el perro que dio positivo en Toledo.

 

En 2014, una mujer de origen marroquí murió en Madrid tras haber contraído la enfermedad en su país, donde la rabia en perros aún no ha sido erradicada y la enfermedad sigue siendo endémica.

 

En 2016 se producen tres casos de rabia canina en Melilla.

 

En el pasado junio de 2019, además del reciente caso diagnosticado en Bilbao, se ha producido un caso positivo en la ciudad de Ceuta, correspondiente a un cachorro mestizo de 3 meses recogido en Marruecos, por una persona que le trasladó a la protectora de la ciudad autónoma, sin pasar los controles reglamentarios, lo que llevó a las autoridades a investigar cómo pudo cruzar la frontera sin los certificados de vacunación en regla. Durante su estancia en la protectora mostro un comportamiento anómalo y fue llevado a una clínica veterinaria de Ceuta. El cachorro llego a morder a algunos de los trabajadores del centro de acogida, y a alguno de los perros que allí se encontraban.

 

Un nuevo caso ha sido diagnosticado el pasado 15 de enero de 2020, se trata de un perro mestizo, adulto joven, de capa negra y fuego, que se encontraba en compañía de unos niños en las inmediaciones de Urgencias del Hospital Comarcal de la Ciudad Autónoma de Melilla. El animal fue recogido por el servicio de recogida de animales el domingo 12 de enero sobre las 21:00 horas, entrando en coma de forma inmediata y falleciendo al día siguiente por parálisis respiratoria.

 

El Lyssavirus europeo de murciélagos, (virus dentro del cual se encuentra el virus de la rabia), como hemos señalado anteriormente, está circulando entre los murciélagos de distintas especies y se ha detectado en varias zonas de España, por lo que se recomienda no manipular estos animales sin protección y tan sólo por personal experto.

 

Varios murciélagos infectados han mordido a personas, en 2012 se detectaron casos de murciélagos afectados en las provincias de Lérida y Barcelona. En septiembre de 2018, dos personas tuvieron que ser atendidas en las provincias de Huelva y Valladolid, al ser mordidas por murciélagos que eran positivos a rabia, según confirmaron las pruebas realizadas en el Centro Nacional de Microbiología (CNM). Para evitar riesgos, los protocolos vigentes establecen el tratamiento antirrábico en todos los casos de mordedura de murciélago, aunque no se confirme la presencia del virus en el animal.

 

Según los registros del Centro Europeo para la Prevención y Control de Enfermedades (ECDC, según sus siglas en inglés), a fecha 19 de diciembre de 2019 se han notificado cuatro casos de rabia importada en la Unión Europea (UE). En mayo, Noruega confirmó una muerte relacionada con la rabia después de una infección en Filipinas. En diciembre, se informó un caso en Letonia (que regresaba de la India), otro en España después de una infección en Marruecos, y las autoridades italianas han confirmado la muerte de un viajero que fue mordido por un perro mientras se encontraba en Tanzania.

 

Durante la última década, se informaron muy pocos casos de rabia adquirida localmente en la UE y, en los últimos años, todos los casos notificados de rabia fueron el resultado de la exposición fuera de la UE. La rabia se produce en más de 150 países, aunque estas cifras podrían estar infraestimadas, pudiendo multiplicarse el número de casos por 20 en Asia y por 150 en África, lo que pone de relieve la necesidad de un asesoramiento de viaje adecuado y una profilaxis rápida posterior a la exposición después de un rasguño o una mordedura de un posible animal rabioso. El riesgo de infección por rabia para los viajeros que visitan áreas enzoóticas contra la rabia se considera muy bajo siempre que se sigan las medidas preventivas básicas. Estos incluyen evitar el contacto con mamíferos salvajes y domésticos, incluidas las mascotas.

 

La proximidad de España con países donde la rabia es endémica aumenta el riesgo de que pueda aparecer la enfermedad. Ante esta situación, la OMS recomendó el 25 de julio de 1996, que España no dejara de vacunar a los perros y gatos bajo ningún concepto. El continuo movimiento de personas y animales entre la Península y el Norte de África es la causa del elevado número de intervenciones que se realizan en los puntos de entrada de Tarifa y Algeciras. Según informaciones de los servicios veterinarios oficiales en el control de frontera, en estos dos puntos de entrada se ha producido, en 2019, 112 casos de animales que no cumplían los requisitos establecidos en la normativa europea.

 

Hay que tener en cuenta que los dos últimos casos de animales con presencia de virus de la rabia en Europa (Toledo y Holanda) se debieron a entradas ilegales de animales procedentes de Marruecos que transitaron por España, incluidas las Comunidades Autónomas donde no es obligatoria la vacunación antirrábica.

 

De acuerdo con las anteriores premisas, es «potencialmente» factible la aparición de casos humanos esporádicos por mordedura de murciélagos, o casos humanos en Ceuta y Melilla por mordedura de perro. El perro es la principal especie implicada en la posible aparición y mantenimiento de un brote en España, ya que la importación de un perro infectado es el escenario más probable.

 

La rabia en cifras

 

La rabia es 100% prevenible mediante la atención médica apropiada e inmediata. No obstante, más de 55 000 personas mueren de rabia cada año, de las cuales, aproximadamente un 95% se registran en África y Asía, costándole la vida a una persona cada nueve minutos. La fuente mundial más importante de la rabia en los seres humanos viene a través de la rabia no controlada en los perros, el 99% de los casos se producen por mordedura de perros rabiosos. Por lo tanto, la prevención de la enfermedad en humanos recae en una vacunación efectiva en la población animal susceptible: perros principalmente, gatos y hurones.

 

Los que están en mayor peligro de la rabia son los niños, el 40% de las personas mordidas por un animal sospechoso de rabia son niños menores de 15 años, quienes tienen mayor probabilidad de ser mordidos por los perros y también, en términos más graves, de estar expuestos a través de mordeduras múltiples en sitios de alto riesgo en el cuerpo.

 

Esta fuente principal de la rabia en los seres humanos puede eliminarse mediante la garantía de la vacunación y el control adecuado de animales, la educación de poblaciones en riesgo, la educación sobre el comportamiento de los perros ayuda a los niños, a evitar mordeduras, y mejoras en el acceso de personas que han sido mordidos a la atención médica.

 

Más allá de donde vivamos, la prevención de la rabia es importante. La prevención de la rabia humana debe ser un esfuerzo comunitario en el que participen los servicios veterinarios y de salud pública en el marco del concepto One Health.

 

Las actividades de eliminación de la rabia centradas en la vacunación masiva de los perros están justificadas económicamente por los ahorros futuros en tratamientos profilácticos post-exposición de las personas. La vacunación es el método más eficaz y seguro para proteger de la rabia a los animales y a las personas que conviven con ellos. Está demostrado que la vacunación de estos animales previene la circulación del virus en las poblaciones. Para que una población queda protegida frente a la rabia al menos al 70% de la población canina tiene que estar perfectamente vacunada. Se administran más de 14 millones de tratamientos para prevenir la aparición de la enfermedad tras la exposición a perros. La carga económica de la rabia en los países en desarrollo es muy elevada. El costo medio de la inmunización antirrábica tras una mordedura animal sospechosa es de US$ 40 en África y US$ 49 en Asia. Este tratamiento post-exposición supone una importante carga económica para la mayoría de los hogares en países donde el salario medio es de aproximadamente US$ 1 a US$ 2 por persona y día.

 

Con motivo de la elaboración del «Plan de Contingencia para el control de la rabia en animales domésticos en España» (Junio 2013) por los Ministerios de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, se estima oportuno recordar a los veterinarios clínicos, como principal pilar que son de la vigilancia epidemiológica de la enfermedad, la necesidad de tomar conciencia sobre la enfermedad y la necesidad de comunicar su sospecha a las autoridades competentes de acuerdo a la Ley 8/2003 de Sanidad Animal. En esta línea, debemos hacer hincapié en que la vacunación de rabia «debería ser obligatoria» en todo el territorio nacional, con un protocolo de vacunación uniforme en todo el país.

 

 

Porque en palabras de Pasteur:

 

«El médico se ha ocupado históricamente de cuidar del hombre y el veterinario lo ha hecho de la humanidad.»

 

En este mismo sentido, y en palabras de la Dra. Mirta Roses (directora de la Organización Panamericana para la Salud):

 

«Eliminar ciertos padecimientos o enfermedades que aun afectan a nuestros semejantes a pesar de que disponemos del conocimiento y los instrumentos para su virtual desaparición, es uno de esos sueños posibles. Precisamente porque esto es posible, es también éticamente impostergable que nos pongamos en marcha con determinación para eliminar esas enfermedades.»

 

Las personas viajan, los animales van de un lugar a otro, y los murciélagos, que son una potencial fuente de rabia en todo el mundo, vuelan. –

 

¡Trabajando juntos para que la rabia sea historia!, y conseguir que en el año 2030 la rabia pueda estar erradicada del mundo. A partir de este momento, usted podrá adentrarse y profundizar en el conocimiento de la rabia con la lectura de esta monografía.

 

 

 

 

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