2 agosto, 2021

Peste porcina africana en la República Dominicana … otra vez … Por Silvia Tortosa La Osa

El 28 de julio de 2021 el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos confirmó la presencia de peste porcina africana en la República Dominicana.

 

La peste porcina africana (PPA) es una de las enfermedades porcinas transfronterizas más graves debido a la alta mortalidad de cerdos, sus consecuencias sociales y económicas, su rápida propagación y la ausencia de vacuna y tratamiento.

 

Hace semanas (o meses, según la fuente) que se estaba reportando una alta mortalidad en algunas explotaciones porcinas. Se habían hecho pruebas para peste porcina clásica (PPC), enfermedad endémica en el país desde 1997, y los resultados fueron negativos. Se asumió que era una neumonía, pero la mortalidad continuaba.

 

Los resultados de las necropsias por parte de patólogos veterinarios hicieron saltar la alerta, ya que las lesiones observadas eran muy similares a una enfermedad que por desgracia no es desconocida en la República Dominicana. Dado que el país no cuenta con diagnóstico para la PPA, las muestras se enviaron al laboratorio de Plum Island en Estados Unidos, que confirmó la sospecha.

 

Según las fuentes oficiales, las explotaciones en las que se han reportado casos son las que se conocen en el país como “de traspatio”, es decir, explotaciones con una escasa bioseguridad, poca organización e instalaciones rudimentarias (este término viene de la costumbre de criar animales en los patios traseros de los hogares).

 

Aunque el país cuenta con una industria porcina desarrollada, la crianza de cerdos traspatio sigue siendo una costumbre muy extendida en las zonas rurales de la República Dominicana, donde se considera al cerdo como la “alcancía del pobre”.

 

Hasta la fecha, la República Dominicana ha notificado a la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE) dos focos en dos provincias del país con un total 800 animales muertos y 42 que han sido sacrificados. Por la gran distancia de los focos, se sospecha que la enfermedad se ha diseminado a otros lugares. Hasta el momento se desconoce la vía de entrada del virus en el país.

 

 

La razón por la que esta enfermedad no es una extraña para la República Dominicana es que en julio de 1978 el país recibía la misma noticia por parte del mismo laboratorio estadounidense.

 

Nunca hubo pruebas contundentes que respaldaran esta teoría, pero se sospecha que el virus entró a través de los alimentos de un avión procedente de la península ibérica.

 

En aquella ocasión, se estimaba una población porcina de 1,452,000 cerdos. Cuando empezaron a aparecer los casos, los veterinarios oficiales creyeron que se trataba de PPC (también presente por aquel entonces). Una vez confirmado que se trataba de PPA, las autoridades tomaron de inmediato medidas para contener el brote: sacrificio sanitario, vigilancia epidemiológica, implementación del diagnóstico en el país y compensación a los productores. A pesar de estas medidas, la enfermedad se diseminó por todo el país, por lo que se tomó la drástica resolución de eliminar todos los cerdos del país.  

 

La campaña de erradicación de cerdos comenzó con la despoblación en 1979, seguida de una fase de centinelización y una fase repoblación hasta que el país se declaró libre de PPC y PPA en 1984.

 

El impacto social y económico de la erradicación de la PPA fue enorme, afectando a los ingresos de las familias rurales, a lo hábitos alimenticios y al equilibrio del sistema agropecuario y contribuyendo a agravar una depresión económica que ya se empezaba a sentir en el país fruto de una gran deuda externa. 

 

Cuando un colega veterinario dominicano escribió hace años un documento para describir la experiencia del proceso de erradicación de la PPA en la Republica Dominicana, dijo que lo hacía con la esperanza de que fuera “de alguna utilidad para aquellos países que no habían tenido la desgracia de sufrir las terribles consecuencias que se derivan de la penetración de una enfermedad exótica como la peste porcina africana”.

 

En 2021, 43 años después del primer brote de PPA en la República Dominicana, escribo esto con la esperanza de que aquellos países que hayan sufrido las terribles consecuencias de una enfermedad como esta no dejen que caiga en el olvido y sigan trabajando para tener unos servicios veterinarios fuertes capaces de minimizar el riesgo de introducción de agentes patógenos, detectar oportunamente los casos y responder rápidamente ante los brotes.

 

Por Silvia Tortosa La Osa. Veterinaria & Epidemología. Colaboradora de Fundación iO

 

 

 

 

 

 

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