Autoridades de salud de Sudáfrica (NICD) han confirmado 7 casos de rabia humana en Sudáfrica desde el 23 de agosto.
Los casos ocurrieron en las provincias de Limpopo (3 casos), KwaZulu-Natal (2) y Eastern Cape (2).
En Sudáfrica, el control de la rabia es difícil debido a su presencia endémica en perros domésticos, la especie más importante en la transmisión de esta zoonosis. También están involucradas varias especies de animales silvestres. La rabia canina es endémica, especialmente en las zonas rurales densamente pobladas de las provincias de Limpopo, Mpumalanga y KwaZulu-Natal, y ha persistido en KwaZulu-Natal a pesar de los esfuerzos concertados para controlarla mediante campañas de vacunación parenteral. Se cree que el fracaso de las campañas de vacunación se debe a la alta densidad de perros, especialmente en los municipios urbanos, y a la alta rotación de la población, ya que la mayoría de los perros tienen menos de 3 años.
Uno de los casos de KwaZulu-Natal es un hombre de 40 años de Empangeni, distrito de King Cetshwayo que sufrió un ataque no provocado por parte de un perro callejero a mediados de junio, sufriendo múltiples mordeduras en la cara, el antebrazo izquierdo y las palmas de las manos. Al día siguiente, recibió profilaxis post exposición (PPE) en un hospital local, que incluyó lavado de heridas, inmunoglobulina antirrábica y vacunas contra la rabia y el tétanos. Cinco semanas después, presentó fiebre, náuseas, vómitos, pérdida de apetito, agitación, inquietud, confusión, alucinaciones, taquicardia, hipotermia, sudoración y sialorrea, síntomas propios de la rabia. Posteriormente murió en el hospital el 25 de julio, varios días después de que comenzara su enfermedad.
El NICD dijo que una sola muestra de saliva antes de la muerte recolectada dio negativo para rabia, lo cual es insuficiente para excluir el diagnóstico. No hubo más muestras disponibles para la investigación de laboratorio.
El caso más reciente fue el de una niña de 5 años de East London, municipio de Buffalo City en Eastern Cape. La pequeña fue atacada por un perro el 9 de julio, sufrió heridas faciales y supuestamente se le administró la PPE, pero luego se perdió durante el seguimiento. No está claro si la PPE incluyó la inmunoglobulina antirrábica. Experimentó fiebre, espasmos musculares, anorexia, confusión, insomnio y sialorrea dos semanas después y murió el 28 de julio en el hospital. El 2 de agosto, se confirmó la rabia en una
muestra de cerebro de la niña fallecida mediante una prueba de inmunofluorescencia directa
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