La leptospirosis aparece en cualquier parte del mundo, pero en los trópicos los brotes suelen darse durante y después de la estación de lluvias o de fuertes inundaciones. Los perros, los cerdos y las ratas son los principales animales hospedadores de las bacterias que la causan y se contagia a los humanos que están en contacto con aguas contaminadas por la orina de los animales.

Carga mundial de leptospirosis en DALY por 100.000 por año
La infección suele introducirse en el organismo a través de abrasiones cutáneas. Ciertos grupos de profesionales corren mayor riesgo de contagio (veterinarios, agricultores, etc.), aunque cualquier persona que nade en aguas contaminadas es también vulnerable. Asimismo, el rafting por aguas bravas y el piragüismo son posibles riesgos.
Existen más de 250 serovares de especies de Leptospira, con múltiples serovares endémicos en un área geográfica determinada. La inmunidad protectora contra la infección por Leptospira es predominantemente específica para el serovar.
Clínica
Clásicamente la infección grave posee dos fases distintas.
- Los síntomas de la primera fase se manifiestan aproximadamente a los 10 días del contagio, duran 1 semana y comparten características clínicas con muchas otras enfermedades, incluyen: fiebre, dolor de cabeza, malestar, pérdida de apetito y dolor muscular. Los ojos pueden estar enrojecidos y doloridos, los ganglios linfáticos hinchados y la persona afectada puede experimentar picores y hemorragia nasal.
- Aparece después un período de incubación de 1 a 3 días sin síntomas, seguido de una segunda fase, durante la cual se puede desarrollar una meningitis (cefalea, rigidez de cuello, somnolencia, vómitos e intolerancia a la luz) e ictericia.
- La mayoría de los afectados se recupera después de unas semanas, aunque existe un ligero riesgo de desarrollar ritmos cardíacos anómalos, de aumentar la tendencia hemorrágica y de presentarse insuficiencia cardíaca, renal o hepática (esta forma de enfermedad se conoce como síndrome de Weil).
Diagnóstico
Dado que los síntomas iniciales de la leptospirosis no son específicos, a menudo el diagnóstico acertado se retrasa hasta que aparece la segunda fase más grave de la enfermedad. Se ha de tener en cuenta este diagnóstico si se ha estado en contacto reciente con aguas posiblemente contaminadas y poco después se desarrollan síntomas similares a los de la gripe.
Un análisis de sangre puede confirmar o descartar las sospechas.
Tratamiento
Los antibióticos como la penicilina, la eritromicina o las tetraciclinas son más eficaces si se empiezan a tomar en las primeras fases de la enfermedad (antes del quinto día). Hay que asegurar la ingesta de abundantes líquidos, ya que así se garantiza una hidratación adecuada durante la fase aguda de la enfermedad. Las complicaciones de la segunda fase, aunque inusuales, requieren un tratamiento hospitalario.
Prevención
En grupos de riesgos ocupacionales, debe realizarse mediante la aplicación de la vacunación y el cumplimiento de las normas sanitarias y la utilización de los medios de protección al trabajador.
En estos momentos solo existe una vacuna que solo inmuniza contra la forma Leptospira icterohaemorrhagiae; la inmunidad dura aproximadamente dos años.
Las actividades humanas que ponen a las personas en mayor riesgo de contraer leptospirosis incluyen el contacto con ratas o animales domésticos (bovinos, cerdos y perros), caminar descalzos en agua o lodo, nadar en ríos y otros deportes acuáticos, jardinería o agricultura y trabajar en granjas porcinas. Algunos nombres de la leptospirosis se derivan de las situaciones ambientales asociadas con grupos en riesgo de desarrollar la enfermedad, como enfermedad del porquero, fiebre del arrozal, fiebre o enfermedad del cortador de caña, fiebre de los pantanos y fiebre del lodo. Los brotes de leptospirosis se producen con frecuencia después de fuertes lluvias, inundaciones con agua dulce y un aumento en las poblaciones de roedores. La eliminación inadecuada de basura y escombros proporciona un hábitat adecuado para una infestación de roedores.