Epidemiología: La infección está asociada a las aves silvestres y mascotas, que van a ser las responsables de la transmisión de la bacteria a los humanos, a través de aerosoles de secreciones respiratorias, excrementos secos o contacto con sus plumas. El personal más expuesto son los trabajadores de tiendas de mascotas, pajareros y veterinarios.
Identificación: Se pueden emplear cultivos celulares, aunque sólo se realiza en laboratorios de referencia. En el laboratorio asistencial, las técnicas más útiles son las serológicas y tinciones de inmunofluorescencia para evaluar la presencia de antígenos. Sin embargo, poseen el inconveniente de originar reacciones cruzadas con otras especies perteneciente a especies del mismo género como Chlamydia trachomatis o Chlamydia pneumoniae.
Patogenia: El microorganismo causa la psitacosis, una neumonía atípica, con una posible evolución a septicemia. La bacteria es un potente patógeno debido a su gran capacidad de replicación en el interior de las células. Además, modula la respuesta inmune, ya que consigue una eficiente supresión de las señales de las células del sistema inmunitario. De esta forma, Chlamydophila psittaci muestra una gran capacidad de adaptación y evasión de los mecanismos de defensa, lo que facilita su diseminación por el hospedador.
Síntomas (clínica): Tras un periodo de incubación que oscila entre 5 y 14 días, se manifiestan los síntomas más frecuentes: un abrupto pico febril, dolor de cabeza, malestar general, mialgia, tos improductiva y disnea. En la evolución de la enfermedad pueden surgir complicaciones a nivel cardíaco (pericarditis, endocarditis), y afectación del hígado (hepatomegalia) y del bazo (esplenomegalia). Puede producirse un desenlace fatal en un 5% de los casos, aunque no es muy habitual que la infección evolucione a este extremo.
Diagnóstico: Presuntivamente por la valoración de la sintomatología clínica y el empleo de técnicas radiológicas para comprobar la existencia de infiltrados pulmonares. La confirmación en el laboratorio mediante cultivos celulares, tinciones fluorescentes, o serología (ELISA). La PCR también puede ser útil.
Tratamiento: Tetraciclinas, generalmente doxiciclina por vía oral. Macrólidos, como eritromicina o claritromacina, son la principal alternativa en niños menores de 9 años y embarazadas.
Prevención: Las medidas más importantes van encaminadas a extremar las precauciones en el contacto con aves: limpieza y desinfección de jaulas, exámenes periódicos a personal de alto riesgo, o cuarentena, entre 30 y 45 días, para animales de nueva adquisición.
Enlaces y bibliografía relacionada: