Conservación de las vacunas

Para lograr el mejor efecto inmunizante y protector de las vacunas y minimizar sus posibles reacciones adversas, las vacunas deben conservarse en frío (2-8°C) y evitando la luz.

 

La cadena de frío

 

Es un sistema organizado de transporte, almacenamiento y distribución de vacunas en las condiciones térmicas recomendadas, de modo que se garantice el mantenimiento de la potencia inmunizante desde su fabricación hasta su administración. Debe ser mantenida, pues de ella dependen la efectividad y la seguridad de la vacunación.

La sensibilidad de las diferentes vacunas al calor es variada.

  • Las vacunas de gérmenes vivos (triple vírica y varicela) son, en general, poco resistentes al calor. Por ello, conviene situarlas en los estantes más fríos del frigorífico (si los hubiera).
  • Las vacunas inactivadas (difteria-tétanos-tos ferina acelular, polio inactivada, hepatitis B, hepatitis A, Haemophilus influenzae tipo b, meningococo C, neumococo, papilomavirus y gripe) son más resistentes al calor. Hay que colocarlas en los estantes menos fríos del frigorífico. Pierden poder inmunizante por congelación, y por este motivo deben ser rechazadas.

 

Normas generales de conservación de vacunas

 

Guardar las vacunas de modo que permitan la circulación del aire, dejando espacio entre las cajas y evitando que éstas toquen las paredes interiores del refrigerador. Se recomienda que las bandejas donde reposan las vacunas sean de malla metálica o con perforaciones en su base, para evitar la acumulación de humedad en las bandejas.

La nevera debe descongelarse siempre que la capa de hielo acumulada en el congelador supere los 5 mm de grosor. Una excesiva acumulación de hielo disminuye la capacidad refrigerante del aparato

No colocar vacunas en la puerta del refrigerador. En este lugar, la temperatura es muy inestable.

No abrir y cerrar el frigorífico muchas veces a lo largo de la jornada, ni dejar mucho tiempo abierta la puerta. Comprobar que ésta quede bien cerrada.

 

Transporte de vacunas

 

Para transportes de corta duración de pequeñas cantidades de vacunas, como por ejemplo entre el almacén principal y los puntos de vacunación o entre distintos puntos de vacunación (domicilios, consultorios locales…), se debe usar un contenedor aislante –nevera rígida tipo «camping»– provisto de acumuladores de frío, que deben dejarse a temperatura ambiente durante 15-20 minutos, hasta que aparezcan gotitas de condensación en su superficie.

Los acumuladores de frío no deben entrar en contacto con el embalaje de las vacunas, ya que éstas podrían congelarse; pueden separarse con una placa de poliestireno, cartón grueso rugoso o papeles arrugados.

 

Fotosensibilidad de las vacunas

 

Las vacunas son sensibles a la luz, por lo que deben almacenarse a oscuras y no dejarlos expuestos a la luz.

Las más fotosensibles son: sarampión, varicela y BCG (tuberculosis).

Otras vacunas que deben preservarse de la luz son la VPI (antipoliomielítica inactiva trivalente), SRP (triple vírica: sarampión, rubéola, paperas), Hib (Haemophilus influenzae tipo b), VHA (hepatitis A), gripe, neumococo y meningococo C.

Las vacunas que no son fotosensibles son: DTPa (difteria, tétanos, tos ferina) y VHB (hepatitis B).