28 febrero, 2023
Sporothrix brasiliensis en las Américas. Un patógeno emergente
Los hongos del género Sporothrix se conocen desde 1898. Están presentes principalmente en el suelo y en algunas plantas. Al igual que otros hongos, son fundamentales para la descomposición de la materia orgánica en la naturaleza. De forma inusual estos microorganismos pueden causar enfermedades en humanos, conocidas genéricamente como esporotricosis.
El hongo Sporothrix brasiliensis era prácticamente un desconocido hasta que a mediados de la década de 1990 empezase a detectarse en algunas zonas de Rio de Janeiro, Brasil. Los investigadores describieron la transmisión de gatos callejeros a personas, extendiéndose a otros estados brasileños. Desde entonces, debido a su aumento de casos, se ha convertido en un problema de salud pública en América Latina.
Entre 1998 y 2001, investigadores de la Fundación Instituto ‘Dr. Oswaldo Gonçalves Cruz’ (FIOCRUZ) diagnosticaron 178 casos de esporotricosis. De ellos 156 habían tenido algún contacto con gatos infectados y 97 reportaron mordeduras o arañazos de estos animales. Desde entonces, los números han crecido exponencialmente. Según las últimas estadísticas, se han detectado más de 12.000 casos en seres humanos, sin tener en cuenta los innumerables registros en gatos y perros.
El hongo también circula en Argentina, Paraguay, Bolivia, Colombia y Panamá. En Argentina, los casos de esporotricosis felina se cuadruplicaron en menos de una década desde 2011.
Sporothrix brasiliensis tiene la capacidad de infiltrar las capas superficiales de la piel, colonizando el tejido subcutáneo y provocando heridas. De forma menos ocasional, el hongo también puede invadir el sistema linfático y afectar a los ojos, la nariz e incluso los pulmones. En comparación con otros hongos del mismo género, es más virulento y puede causar infecciones más graves. Además su tratamiento tampoco es sencillo: los antimicóticos disponibles pueden no ser eficaces al principio, precisando terapias prolongadas de meses. Es clave hacer el diagnóstico correcto de forma precoz e iniciar el tratamiento lo antes posible.
Por alguna razón, el hongo se ha adaptado a los gatos. En ellos el patógeno provoca una enfermedad diseminada, que causa heridas en la cara y las patas (zonas habitualmente expuestas a lesiones en estos felinos).
Parece haber una asociación directa entre el aumento de casos y la ocupación de tierras, la deforestación y la construcción de viviendas. Una desorganización de los ecosistemas que antes estaban en equilibrio, y esto expone a los animales y a los seres humanos a nuevos patógenos. Los felinos abundan en muchos barrios brasileños. Los niños juegan con ellos a menudo y los adultos agradecen tener cerca a los animales como una forma de controlar las plagas de ratas. El contexto de desequilibrio ambiental combinado con la proximidad a los animales favoreció el contacto con el hongo, que comenzó a infectar a las personas.
Una hipótesis que se baraja sobre la propagación de Sporothrix brasiliensis en varios países de las Américas tiene que ver con las ratas. Algunos estudios indican que estos roedores también pueden portar el hongo. Y estos animales pueden desplazarse fácilmente de un lugar a otro como “viajeros clandestinos” en cargamentos de alimentos por tierra o mar. En la nueva ubicación, los gatos que viven allí cazan a las ratas, estos felinos se infectan y comienzan un nuevo ciclo de esporotricosis.
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