Aludes

Evitar los aludes y aprender a reconocer su peligro es muy complicado, incluso para montañeros y esquiadores expertos. En los países alpinos de Europa fallecen aproximadamente la mitad (54%) de las personas sepultadas por los aludes, en EEUU fallecen los dos tercios y en las grandes cordilleras exóticas (Andes, Himalaya) los montañeros sepultados por los aludes tienen una probabilidad casi nula de sobrevivir.

 

La mayoría de las actividades de alta montaña se desarrollan en un terreno donde los aludes son frecuentes en cualquier época del año.

 

Quedarse en casa sería la única forma segura de evitarlos. Pero como este no es el caso a continuación os contamos algunos consejos prácticos a la hora de evitarlos:

 

1. Cuanto más se tarda en rescatar a la víctima, menos probabilidad de encontrarla con vida. Si la víctima es rescatada en los primeros 15 minutos las probabilidad de supervivencia es del 93%. A partir de los 30 minutos es más probable encontrarla muerta. A los 45 minutos, la probabilidad de encontrar a la víctima con vida es del 26%. A las 2 horas 9 de cada 10 víctimas han fallecido. Pasadas las primeras 4 horas, la probabilidad de encontrar supervivientes es remota.

 

2. Las lesiones traumáticas por la colisión del cuerpo contra bloques de hielos, rocas o árboles suponen hasta un tercio de las muertes, los dos tercios restantes se producen por asfixia (la nieve que cubre al accidentado le impide la respiración, la nieve se convierte en una masa consistente que le impide los movimientos respiratorios. En algunos casos la muerte puede ocurrir por hipotermia (en los sujetos sepultados por aludes se ha registrado un descenso de la temperatura corporal de 3ºC/hora), hace falta un tiempo superior a una hora y media para que el cuerpo se enfríe a temperaturas a las cuales el corazón se pare por hipotermia.

 

Tipos de aludes

 

Existen varios tipos: Los de nieve y polvo y placa son frecuentes en el invierno y en la primavera.

 

Los de nieve polvo se acompañan de una gran onda expansiva, pero la nieve en polvo pesa poco y causa menos asfixia que la nieve húmeda.

 

Los aludes de placa son desencadenados frecuentemente por los propios montañeros, especialmente si van esquiando. En ocasiones, apenas son poco más que simples deslizamientos de la nieve pendiente abajo. A pesar de su poca espectacularidad, son los que más accidentes causan.

 

En alta montaña pueden darse en cualquier época del año otros aludes. El desencadenante puede ser la caída de piedras, el reblandecimiento de la nieve de los neveros suspendidos por la acción del sol o del aire caliente, o la caída de séracs de glaciares suspendidos (éste último caso suele ser la pesadilla de los escaladores al Himalaya, su violencia es extraordinaria y suelen provocar lesiones traumáticas).

 

La víctima

 

La persona afectada debe realizar movimientos natatorios para tratar de quedar en la superficie del mismo, ya que su superviviencia depende de que le cubra la menor cantidad de nieve posible.

 

Se ha sugerido que cuando esté a punto de no poderse mover, debe mantener el tórax lleno para crear un molde que le permita respirar cuando la nieve luego adquiera consistencia e impida los movimientos.

 

Con las manos puede intentar proteger la boca y la nariz y crear una cavidad respiratoria.

 

También se puede intentar sacar un miembro por encima de la superficie de la nieve, lo que facilitará mucho la búsqueda.

 

Un 15% de las víctimas son capaces de salir de la nieve sin ayuda. El resto depende de sus compañeros o de los grupos de rescate.

 

Los compañeros

 

Deben fijarse en donde estaba la víctima cuando fue atrapada por el alud, y dónde se le vio por última vez. Hay que marcar este punto inmediatamente con un objeto (Esto es muy importante) trazando una línea imaginaria entre ambos puntos se puede suponer aproximadamente que trayecto ha seguido el cuerpo por debajo de donde fue visto por última vez. La víctima se debería encontrar entre este punto y el final de la masa de nieve del alud.

 

Los compañeros del accidentado deben iniciar ellos mismos la búsqueda inmediatamente. Se debe pedir ayuda si hay otras personas al alcance de la voz o se dispone de radio o teléfono móvil. Cada minuto que pase disminuyen las posibilidades de encontrar a la víctima con vida.

 

Si el grupo es numeroso uno de ellos deben encargarse de verificar la posibilidad de nuevos aludes.

 

Debe inspeccionarse el terreno para ver si asoma a la superficie alguna parte del cuerpo o algún objeto que pueda servir de ayuda para la búsqueda. Ha de buscarse especialmente en la proximidad de troncos o rocas que puedan haber detenido el cuerpo en su descenso. Si el alud ha seguido un curso sinuoso, el cuerpo puede haber quedado en la parte exterior de los meandros.

 

Si el grupo va equipado con sistemas de geolocalización (son el procedimiento más rápido y seguro para localizar la víctima del alud), se debe rastrear el terreno siguiendo en procedimiento adecuado, que habrá sido aprendido y practicado antes de la excursión. Con tablas de esquí, bastones u otros objetos puede sondearse la nieve para determinar por el tacto donde está la señal de máxima recepción. Estos aparatos, no deben ser un sustituto de la prudencia, y no deben producir una falsa sensación de seguridad que impulse a despreciar el peligro (Ni evitan que caigan aludes, ni evitan que éstos aplasten y asfixien). facilitan la localización del accidentado y con ello abrevian el rescate, pero la víctima puede estar ya muerta.

 

 

Escuela de montaña