Antes del descubrimiento de América, las tierras situadas al sur del desierto de Atacama ya se llamaban Chili en la tradición indígena. Una vez instalados en Nueva Castilla y Nueva Toledo, los conquistadores españoles siguieron llamando de esa forma a la región del sur, a veces también conocida como «valle de Chile», nombre que se extendió posteriormente a todo el actual país.
Aunque se desconoce el origen del topónimo de «Chile», existen varias teorías. El apelativo se habría originado en la palabra quechua chire, ‘frío’; en Chille, antiguo hidrónimo en el valle del Aconcagua; en el epónimo Tili —el cacique picunche que gobernaba ese mismo valle a la llegada de los incas, antes del arribo de los españoles—; en el término quechua chili, ‘la flor y nata de la tierra’; en chili, onomatopeya mapuche del canto del trile, palabra usada para llamar a este pájaro de manchas amarillas en las alas; en la voz aimara chilli, ‘donde se acaba la tierra’; o se habría debido a un grupo de indios mitimaes, trasplantado al «valle de Chile» por los incas, que provendría de una región donde existiría un río bautizado con ese nombre.
Bajo el gobierno del director supremo Ramón Freire, un decreto estableció el nombre «Chile» para designar oficialmente el país el 30 de julio de 1824.