A principios del siglo XX Santo Tomé y Príncipe se convirtió bajo el dominio de los portugueses en el mayor productor mundial de cacao. Suindependencia llegó en 1975 con la revolución de los esclavos y hoy en día las plantaciones de este fruto están habitadas por santotomenses.
Las vías de tren para el transporte del café y el cacao, el antiguo hospital o las casas de los terratenientes portugueses siguen ahí aunque hoy haya crecido la vegetación sobre ellas, se haya desconchado la pintura, sus habitantes tiendan la ropa sobre antiguas locomotoras y suene kuduro a través de las ventanas que aún se sostienen. Las más impresionantes son la de Agostino Neto en la isla de Santo Tomé y la de Sundy en la Isla de Príncipe.