Es importante que antes de comenzar un viaje, se entrene un poco saliendo a andar con el calzado que se piensa llevar. Si es nuevo se debe andar bastante con él, ya que tiene que estar lo más adaptado posible a nuestro pie. Si el calzado es a estrenar, tal vez puedan aparecer molestias, lesiones y sin lugar a dudas «ampollas» y «rozaduras».
El calzado a utilizar debe adaptarse a la época del año, el destino y el tipo de viaje. Es recomendable llevar distinto tipo de calzado según el caso.
Por ejemplo, para hacer marchas o caminatas prolongadas, en invierno-otoño se pueden llevar botas de trekking de suela no muy dura, poco pesadas y con buena transpiración que evite el sudor de los pies. Evitar en este caso andar con zapatillas deportivas, que aunque parezcan cómodas, si el recorrido discurre por asfalto, gravilla, hormigón, terreno pedregoso pueden ser contraproducentes. Además, en caso de lluvia o barro no son nada prácticas. En cambio, en verano y primavera sí son más recomendables las zapatillas bajas de trekking.
Una serie de consejos prácticos para el cuidado de los pies:
Una organización científica dedicada al estudio y control de las Enfermedades Infecciosas en el mundo, zoonosis emergentes y medicina tropical y del viajero.
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